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Los elementos cinematográficos a los que recurre Abundancia (Surplus en su versión en inglés) no se ajustan al rigor que se presupone en el género documental. Es pura manipulación. Y es éste precisamente su mayor interés. Denuncia a la propaganda tomando prestadas sus más descaradas armas de persuasión, con un doble objetivo: atraer adeptos a su causa y llamar la atención sobre el peligro de dejarse llevar por un caudal de "inocente" información politizada. Entre una edición frenética, un constante acompañamiento musical y un inagotable juego de montajes audiovisuales, logra poner en evidencia las contradicciones del sistema, cargar de entusiasmo su anti-discurso frente a un público irascible.
En 2003 la productora sueca ATMO lanzó a las vías de distribución alternativas su película "Surplus, terrorized into being consumers". Responsable de otros títulos de claro contenido político (GITMO: The new rules of war o Sacrificio - Who betrayed Che Guevara?), ATMO ha conseguido que el boca a boca lleve el film hasta los círculos especializados, festivales, universidades y foros de debate socio-político.
Otros títulos recientes del cine documental han explotado también el inagotable terreno de la globalización. En La Pesadilla de Darwin, Sauper optaba por huir de los grandes temas y acercaba su cámara a los secretos de un minúsculo escenario donde hace estragos el libre mercado. En The Take, Naomi Klein tomó también una muestra (el corralito argentino) como representativo de un problema global, pero cayendo en un inaceptable didactismo y en un falso optimismo. Cabe señalar, la poca originalidad al tomar las melodías de Gotan Project como banda musical; las mismas notas sonaban en Abundancia un año antes...
Pero ni éstos ni los demás proyectos similares tienen la ambición de ATMO. La intención queda clara desde el principio: al diablo la moderación. Se trata de negar (no de cuestionar, ni de poner en duda) la validez de los modelos políticos conocidos en la Historia Actual (la etiqueta que empieza a usarse para abarcar desde el fin de la II GM hasta nuestros días), de Lenin a Keynes, de Marx a Adam Smith.
No es casualidad que los primeros planos nos remitan a la tragedia de Génova en 2001, hito de nuestra era que convirtió en mártir a Carlo Giuliani. Se alinea abiertamente con el movimiento del Black Block y cualquier forma de lucha activa. Niega las normas básicas de un "contrato social" que considera tramposo y criminal. Construye una micro-propaganda, un duelo ideológico (del que sale vencedor) para llamar la atención sobre el peligro de la información politizada. El resultado es curiosamente honesto, puesto que plantea su posicionamiento desde el primer minuto. Pero además consigue aprovechar la urgencia, la necesidad de las posturas radicales, para hacer que el film palpite con una fuerza innegable. Es esa misma urgencia la que salvó a Medem en su aventura con La pelota vasca (La piel contra la piedra). Y es esa misma necesidad la que a menudo olvidan los documentales políticos.
No cabe duda de que, incluso en su estilo radical, la película es imperfecta. Fallan sobre todo las secuencias que nos describen el vacío existencial de un joven multimillonario, en las que el vandalismo deja paso a lo pueril. También puede entenderse como un error haber ilustrado en su desenlace esa supuesta Arcadia que nos propone John Zerzan. La representación de la utopía es tan tentadora como traicionera. Pero también en este caso, los errores no alcanzan a esconder el vigor del manifiesto.
PARA MIRAR EL DOCUMENTAL AHORA, CLICAR EN EL TRIÁNGULO (0h52m)
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