21 diciembre 2012

[doc] EL SECUESTRO DE DAN MITRIONE + carátula + streaming



De 1960 a 1967, Dan Mitrione un agente de la FBI, incorporado a la Office of Public Safety (OPS), fundada en 1957, dependiente de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID), relacionada con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y especializada en métodos de contrainsurgencia, trabajó con la policía brasileña, en un momento en el que los opositores políticos eran sistemáticamente torturados, encarcelados y asesinados sin juicio, como efecto del golpe de Estado en Brasil en 1964. Mitrione también había colaborado en la formación de agentes de policía extranjeros, en el contexto de la Guerra Fría.

Mitrione regresó a los Estados Unidos en 1967 para compartir sus experiencias y conocimientos en Washington DC. En 1969, fue transferido a Uruguay, otra vez como funcionario de la AID, para supervisar la acción de la Office of Public Safety (OPS) en ese país. La OPS había apoyado a la policía local desde 1965, proveyendolos de armamento y entrenamiento. Se afirma que la tortura se practicaba en Uruguay ya desde comienzos de la década de 1960.

En este período, el gobierno uruguayo estaba encabezado por el conservador Jorge Pacheco Areco, del Partido Colorado. Frente a una profunda crisis económica y social, formó un gobierno integrado directamente por figuras prominentes de la banca, los terratenientes, la industria y el comercio y aplicó una política de congelación de salarios y represión de los movimientos de oposición. Se prohibieron partidos políticos y se clausuraron periódicos, y se mantuvo casi permanente un régimen de excepción (las "medidas prontas de seguridad", el estado de sitio) en condiciones claramente inconstitucionales. Las protestas y huelgas se sumaron a la acción de la guerrilla izquierdista Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros. Por otra parte, el gobierno de Estados Unidos temía una posible victoria en las próximas elecciones en 1971, del Frente Amplio, una coalición de izquierda creada siguiendo el ejemplo del modelo del gobierno de la Unidad Popular en Chile, presidido por Salvador Allende, desde 1970.

Como el uso de la tortura aumentó las tensiones en Uruguay, Mitrione fue secuestrado el 31 de julio de 1970. Se procedió a interrogarlo acerca de su pasado y de la intervención ilegal del gobierno de Estados Unidos en asuntos latinoamericanos. Además, se exigió la liberación de 150 presos políticos. El gobierno uruguayo, con el apoyo Estados Unidos, se negó, y posteriormente Mitrione fue encontrado muerto en un coche, ejecutado por un comando tupamaro, con dos disparos en la cabeza y sin señales de maltrato (de hecho, durante el secuestro, Mitrione había recibido un disparo en un hombro y después había sido curado en el principal hospital universitario de la capital).

Mitrione estaba casado y tenía 9 hijos. Su funeral fue ampliamente difundido por los medios de comunicación de Estados Unidos, y a él asistieron, entre otros, David Eisenhower (nieto del presidente Eisenhower) y William Rogers, Secretario de Estado de Richard Nixon. Por su parte Frank Sinatra y Jerry Lewis (conexión con la mafia ítalo-estadounidense) celebraron un concierto benéfico para su familia, en Richmond, Indiana. Uno de sus hijos, Dan Mitrione Jr., también se incorporó al FBI y más tarde se involucró en un escándalo de sobornos en una investigación por tráfico de drogas del FBI.

La película État de Siège (Costa Gavras) explora las brutales consecuencias de la lucha entre el gobierno de Uruguay, apoyado por el gobierno de Estados Unidos, y la guerrilla tupamara, y expone las acciones de la intervención política estadounidense en América Latina, apoyando los golpes de Estado y las dictaduras militares, y su papel central en la violación de los derechos humanos.

En Uruguay, en el año 1970, un funcionario ligado a la CIA perteneciente a una agencia gubernamental estadounidense orientada al entrenamiento de fuerzas policiales extranjeras, Philip Michael Santore (el nombre dado a Dan Anthony Mitrione, e interpretado por Yves Montand ), es secuestrado por la guerrilla urbana uruguaya. Luego de interrogarlo, se condiciona su libertad ante el gobierno, a cambio de la liberación de 150 guerrilleros encarcelados. Esta situación desencadena una crisis política de trágicas consecuencias.
La música de Mikis Theodorakis fue interpretada por el conjunto argentino Los Calchakis.

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04 diciembre 2012

[doc] LA FUGA DE PUNTA CARRETAS + carátula + streaming

              41 AÑOS DEL « ABUSO »             
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Sobre la avenida Ellauri, los autos salpican la vereda del imponente Shopping de Punta Carretas, el más exclusivo de la ciudad. Un enorme arco de piedra y concreto invita a pasar. En el centro, hacia arriba y por sobre las puertas, otra arcada denuncia la presencia de viejos tiempos, cuando allí adentro sólo se consumía la vida. Administración, dice, en letras de molde. «¿Que aquí qué?», dice con cara de asombro una vendedora veinteañera, cuando le señalo un rincón del amplio local, el más alejado a la puerta de entrada, pegado al paredón de la calle Solano García. «Sí, algo sabía del tema, pero no mucho», aclara más en confianza. «¿Me cuenta?», pregunta, evitando el tuteo.
Empiezo a contarle de Arión, de Eleuterio Fernández Huidobro («¡¿el senador?!», me interrumpe), de José Mujica («Sí, nuestro actual presidente», le digo), de la guerrilla de los Tupamaros, de los desaparecidos y muertos por la dictadura en Uruguay, de los 111 hombres que se fueron (106 guerrilleros y 5 presos comunes) y de los tantos más que se quedaron. «Por suerte estábamos locos», cuenta en su despacho el senador "Ñato" Huidobro, presidente de la Comisión de Defensa del Senado y tercero en la línea sucesoria del Uruguay, esa misma mañana «Y además, no teníamos nada que perder y mucho por ganar...»

El penal tenía casi cuatrocientas celdas, divididas en dos planchadas de cuatro pisos cada una, separadas por un patio central (el patio de juegos), en donde había un puesto de observación y vigilancia. «La construcción del túnel comenzó el 11 de agosto de 1971, después del control de presos en las celdas. Pero en verdad, habíamos comenzado a desarrollar el plan mucho antes, cuando empezamos a abrir los huecos entre celda y celda que nos permitirían formar un gran corredor interno por el que pasaríamos todos hasta la celda 73. Una última parte consistía en abrir huecos en los techos de algunas celdas para conectar los cuatro pisos de la planchada», cuenta Fernández Huidobro. La bella vendedora que fue a dar donde años atrás estaba la celda 73, la del loco Arión, pregunta «¿Y usted me dice que salieron del otro lado, en una casa?».

Serrana tiene el cabello blanco y el cutis suave que esconden sus setenta y siete años. Detrás de la ventana del living se ve la lluvia y el enorme paredón lateral del shopping. Su casa parece detenida en el tiempo, los mismos muebles, las mismas cortinas y el mismo piso de granito de aquel día. Sólo que en un rincón, un círculo de un metro y medio de diámetro delata que allí las baldosas son otras. Por allí, por ese hueco que está a escasos treinta pasos del paredón del shopping, se fugaron los Tupamaros. «Yo vivía acá con mi madre Elena, de setenta y cuatro años, y con una señora mayor. Ese día, a las seis de la tarde, estábamos en la pieza de al lado y de repente golpeó un vecino. Entró y no me decía nada. Entonces le dije –¿Qué pasa?» «Me dicen estos muchachos que son tupamaros y precisan la casa para un trabajo». «Ahí nos llevaron al fondo, y ahí quedamos en una habitación cerrada y no vimos más nada.»  Estaba todo listo para protagonizar una de las fugas más espectaculares de todos los tiempos.

«Sentíamos el paso de la gente que salía de acá por el piso. Había uno que comandaba el trabajo. También se comunicaba con las personas que estaban en otra casa y se decían –Tené todo pronto, tené todo pronto. Porque allá tenían ómnibus, camiones para sacar a todos».Y yo me decía –¡Qué horrible! Están vaciando la cárcel! Fué a las cinco de la mañana cuando se terminó el asunto. El último vino y nos dijo –Ya se terminó todo, ustedes no salgan a la calle antes de media hora, sólo después llamen a la policía.

Cuando lo hicimos, y les contamos desesperados que habíamos estado secuestrados y que se les habían fugado los tupamaros, me dijeron –Cálmese señora, ¿de qué número habla para confirmar? Claro, pensaban –¡Esta vieja está loca!. Entonces llamaron para confirmar y seguían sin creernos. Nos decían –Mire, llamamos al penal y está todo en orden.»
 
«Entonces salimos a la calle a gritarles a los milicos –¡Se te escaparon los tupas!. –Vayan a dormir, mamados, nos decían ellos, también a los gritos. Pero al rato aparece la milicada en un camión. Venían los soldados corriendo y cuando descubrieron este pastel, el pozo y el barro, me acuerdo que uno dijo –Pero mirá esto... Realmente, fue una tomada de pelo. Un abuso»

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