Un inventor de Ohio, Thomas Middley, era ingeniero y en 1912 trabajaba para la General Motors. Investigó sobre el tetraetileno de plomo, y descubrió que reducía el fenómeno conocido como trepidación del motor. En aquellos primeros años del siglo XX ya era conocida la peligrosidad del plomo, aunque se podía encontraba en muchos productos alimenticios. Las latas de conservas se sellaban con plomo y los depósitos de agua se recubrían igualmente. Habemos quienes conocimos las casas con tuberías de este metal. Se rociaba la fruta con arseniato de plomo como pesticida. Estaba en la composición de los tubos de dentífricoo, que hacía que se acumulase en la dentadura humana. Pero nada tuvo unos efectos tan monstruosos para la salud humana y en la dispersión de este veneno usado como aditivo en los combustibles.
El plomo era fácil de extraer, y era rentable producirlo a escala industrial. Pocos escrúpulos se tuvieron para incorporarlo a los combustibles, en lugar de los carburantes mezclados con alcohol, menos rentables pero menos contaminantes. Así que en 1923, tres grandes empresas estadounidenses, General Motors, Du Pont y Standard Oil de Nueva Jersey crearon una empresa, la Ethyl Gasoline Corporation para fabricar y distribuir el plomo tetraetílico.
El plomo es neurotóxico. Entre los síntomas detectables relacionados con la exposición excesiva, es la ceguera, el insomnio, la insuficiencia renal, la perdida de audición, el cáncer, la parálisis y las convulsiones. Produce alucinaciones bruscas y aterradoras, que suelen ir seguidas de estado de comas y muerte. Y lo más grave, produce retardo del crecimiento y del desarrollo intelectual en los niños.
Un médico que no estaba especializado en patología química, emprendió un programa que pedía a voluntarios que aspirasen o ingiriesen elevadas cantidades de plomo. Luego les examinaban la orina y las heces. No se sabía que el plomo no se excreta como producto de desecho. Se acumula más bien en los huesos y en la sangre –eso es lo que lo hace tan peligroso– y entonces las autoridades sanitarias no examinaron ni los huesos ni la sangre de los voluntarios. En consecuencia –con la influencia de las grandes corporaciones– se dio el visto bueno sanitario al plomo...
El plomo era fácil de extraer, y era rentable producirlo a escala industrial. Pocos escrúpulos se tuvieron para incorporarlo a los combustibles, en lugar de los carburantes mezclados con alcohol, menos rentables pero menos contaminantes. Así que en 1923, tres grandes empresas estadounidenses, General Motors, Du Pont y Standard Oil de Nueva Jersey crearon una empresa, la Ethyl Gasoline Corporation para fabricar y distribuir el plomo tetraetílico.
El plomo es neurotóxico. Entre los síntomas detectables relacionados con la exposición excesiva, es la ceguera, el insomnio, la insuficiencia renal, la perdida de audición, el cáncer, la parálisis y las convulsiones. Produce alucinaciones bruscas y aterradoras, que suelen ir seguidas de estado de comas y muerte. Y lo más grave, produce retardo del crecimiento y del desarrollo intelectual en los niños.
Un médico que no estaba especializado en patología química, emprendió un programa que pedía a voluntarios que aspirasen o ingiriesen elevadas cantidades de plomo. Luego les examinaban la orina y las heces. No se sabía que el plomo no se excreta como producto de desecho. Se acumula más bien en los huesos y en la sangre –eso es lo que lo hace tan peligroso– y entonces las autoridades sanitarias no examinaron ni los huesos ni la sangre de los voluntarios. En consecuencia –con la influencia de las grandes corporaciones– se dio el visto bueno sanitario al plomo...
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