El tren Belgrado-Sarajevo, Sarajevo-Belgrado recorrió durante décadas los paisajes boscosos de Bosnia y las llanuras del norte de Serbia. Campos salpicados de minaretes y campanarios.
En palabras del Mariscal Tito, en el Bosnia Ekspres cobraba vida la hermandad y la unidad de las que hablaba el lema del estado yugoeslavo. Los pueblos y las gentes que el tren encontraba a su paso conocían el secreto de la convivencia entre diferentes.
Pero cuando este delicado equilibrio saltó por los aires, hace ya casi veinte años, el Bosnia Ekspres dejó de hacer su recorrido. Ningún tren volvió a unir Belgrado y Sarajevo.
Inoculados con el veneno del nacionalismo mas exacerbado, los habitantes de estas tierras se lanzaron a la aniquilación de su vecino o de su amigo. Se cometieron los crímenes mas atroces contemplados sobre suelo europeo en medio siglo. Acontecimientos contra los que Europa se creía vacunada.
Hace unos meses otro tren volvió a recorrer las vías que van de Sarajevo a Belgrado, de Belgrado a Sarajevo.
Hace unos meses otro tren volvió a recorrer las vías que van de Sarajevo a Belgrado, de Belgrado a Sarajevo.
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