13 octubre 2012

[doc] EL PODER DE LA COMUNIDAD + carátula + streaming



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Desde principios de los años 90, un movimiento agricultor se ha difundido en Cuba, colocando a su capital de 2.2 millones de habitantes en el camino hacia la sustentabilidad. Un pequeño grupo de australianos ayudaron a este esfuerzo popular, viniendo a este país caribeño en 1993 a enseñar permacultura, un sistema basado en agricultura sustentable que usa mucho menos energía que la común.

Esta necesidad de traer la agricultura a la ciudad empezó con la caída de la Unión Soviética; Cuba perdió más del 50 por ciento de sus importaciones de petróleo, gran parte de sus alimentos y el 85 por ciento de su economía de comercio. El transporte paró, se agudizó el hambre y el habitante cubano promedio perdió 15 kilos.

«En realidad, cuando todo esto empezó era una necesidad. La gente tuvo que comenzar a cultivar verduras donde podía» , dijo un guía de turismo al equipo de documentalistas que filmó en 2004 como Cuba sobrevivió con menos petróleo de lo normal. Los documentalistas incluyeron al staff de “The Community Solution”, una organización sin fines de lucro en Yellow Springs Ohio que enseña sobre el peak oil – el punto en que la producción mundial de petróleo alcanzará un máximo histórico seguido de un declive irreversible. Algunos analistas creen que esto puede ocurrir en ésta década, haciendo de Cuba un modelo a seguir.

«Queríamos captar el elemento que hay en los cubanos y su cultura, que les permitió sobreponerse a esta difícil situación,» dijo Pat Murphy, director de Community Solution. «Cuba tiene mucho que mostrar al mundo en cómo sobrellevar la adversidad energética.»

La escasez de reservas petroleras no solo han transformado la agricultura cubana. El país ha incursionado en energía renovable a pequeña escala y ha desarrollado un sistema de transporte colectivo ahorrador de energía, manteniendo al mismo tiempo su sistema de salud provisto por el gobierno cuyo enfoque médico preventivo y local mantiene escasos recursos.

En Cuba, el periodo que siguió al colapso soviético es conocido como el Período Especial. El país perdió 85 por ciento de su mercado de exportación y sus importaciones cayeron en otro 80 por ciento. El producto interno bruto se desplomó en más de un tercio. «Imagina que un avión pierde su motor repentinamente. En realidad fue un choque» dijo Jorge Mario, un economista cubano, al equipo documentalista. Un golpe que puso a Cuba en estado de choque. Ocurrían colapsos frecuentes en la planta de energía que funcionaba con petróleo, hasta 16 horas al día. La ingesta calórica de los cubanos cayó un tercio.

De acuerdo con un reporte de la Oxfam, una agencia internacional para el desarrollo, «en las ciudades, los autobuses dejaron de funcionar, los generadores pararon de producir electricidad, las fábricas se volvieron silenciosas como cementerios. Encontrar la forma de obtener el pan para cada día se volvió la prioridad para muchos, si no es que la mayoría de los cubanos.» Esto es debido en parte al embargo estadounidense, pero también a la pérdida de un mercado internacional. Cuba no pudo obtener suficientes alimentos importados. Además, sin un substituto de agricultura a grande escala basada en combustibles fósiles, la producción agrícola cayó drásticamente.

Entonces los cubanos comenzaron a sembrar productos orgánicos locales fuera de la pura necesidad, desarrollaron bio-pesticidas y bio-fertilizantes como sustitutos de petroquímicos e incorporaron más frutas y verduras a sus dietas. Como no podían llenar los tanques de sus automóviles viejos, caminaron, usaron bicicletas, manejaron autobuses y usaron carretas. «Hay un infinidad de pequeñas soluciones», dice Roberto Sánchez de la Fundación para la Naturaleza y Humanidad en Cuba, «las crisis, cambios o problemas provocan muchas cosas como éstas, las cuales son básicamente adaptativas. Nos estamos adaptando».

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